Marcas de una vida

No les llame arrugas. No a las mías. Son las trincheras que han servido como refugio en mis mil y una batallas.

Usted verá ojeras, pero no son sino hondonadas donde rompen los mares de mis ojos. Bahías de lágrimas, de una arena oscurecida por noches sin luna.

¿Ceño fruncido? ¿Una media sonrisa? Son solo líneas que demuestran el vaivén de mis emociones. Gráficas grabadas en piel que reflejan la fluctuación de los sentimientos.

No me hable de curvas, por favor; valiente eufemismo. Son el sacrificio con el que cargo, como preparación para la siguiente emboscada. Kilos de resistencia ante los embates de la vida, que azotan cíclicamente sin poderlos detener. Mis líneas de flotación, aquellas que no dejarán que me hunda consumida y convertida en hueso.

Disculpe, no son signos de la edad. Son las marcas de una vida.

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