Él es mi padre

Las madres son seres extraordinarios, como caídos del cielo, todopoderosas e irremplazables.
Pero, ¿y los padres? Parece que viven eclipsados bajo la sombra de sus esposas, bajo un caparazón de mayor dureza y frialdad.

Parece que nunca les llamas a ellos, aunque son siempre quienes responden primero y esperan ansiosos que les digas que estás bien.
Probablemente no te lo cuenten, pero comparten con otros su angustia cuando no lo estás.
Aunque no sepan qué llevas puesto, siempre te recordarán que debes abrigarte.
Quizás no cocinen tanto o tan bien, pero se asegurarán de que nunca falte de nada en tu casa.
Tal vez no sea a quienes elijas para una sesión de desahogo o de confidencias, pero estarán escuchando detrás de alguna puerta y esperándote con el beso y el abrazo más reconfortantes del mundo.

¿Quién te enseñó a nadar, a andar en bici, a dar tus primeros toques con el balón? ¿Quién se sentó contigo, paciente, a tomarte la lección o a ayudarte con los deberes?
Retrocedo aún más. ¿Quién te contaba cuentos antes de dormir o te enseñaba las constelaciones? ¿Con quién aprendiste todas esas especies de pájaros y peces?
Sin dejar de agarrar fuerte tu mano, te ayudaban a superar límites y a llegar más allá de lo que habrías imaginado (en muchas ocasiones, bronca con tu madre mediante).
Pongamos que es abuelo… ¿Quién es el superhéroe favorito de tu hijo/a? ¿Quién se desvive y madruga todo lo necesario para cuidar de sus nietos? ¿Quién juega con ellos/as paciente e incansablemente?

Lo suyo también es amor incondicional.
Yo tengo la suerte de haber tenido un padre así. Sólo puedo decirle: gracias, aita, te quiero infinito

NO ME DIGAS QUE ME QUIERES

No me digas que me quieres si no me lo demuestras. Si no me hablas ni te expresas en mi presencia.

No me digas que me quieres si no muestras emoción alguna. Ni por mí ni ante mí. Ni por nadie ni ante nadie.

No me digas que me quieres si reprimes todo sentimiento. Si no provoco en ti alegría ni tristeza; solo enfado y desasosiego.

No me digas que me quieres si observas impertérrito cómo me machacan. Sin luchar por mí, por ti o por tus supuestos sentimientos.

No me digas que me quieres si no negocias conmigo cómo encontrar nuestra felicidad. Si decides por los dos para que todo termine truncándose.

No me digas que me quieres si nunca te he sentado bien. Si nunca te he dejado ser quien realmente eres y quieres ser.

No me digas que me quieres si soy tu freno. Una piedra en tu camino que no te permite ser tú mismo.

No me digas que me quieres si huyes y te alejas cuando más te necesito.


No me digas que me quieres porque, en realidad, nunca me has querido.

No me digas nada porque duele.

SU SUEÑO

Ha sido un día largo. De los que parecen lunes lluviosos. Ha sido un no-lunes de más gritos que abrazos, de más guerras de las necesarias. Ha sido una jornada de reflexión desagradable, en la que la conclusión es un enorme sentimiento de culpa e incapacidad.

Pero está llegando a su fin. Sin saber cómo, hemos sobrevivido. Estamos en la cama; un cuerpo desparramado, en un lado, y yo, en la otra esquinita, contemplándolo. Le ha costado dormirse más de lo normal, aunque ahora su sueño ya empieza a ser profundo.

Sigo mirando, encogida y embobada, cómo su pecho sube y baja rítmicamente. Pienso en lo inconsciente que es de su existencia. En que, muchas veces, no puedo perdonarle que no sepa que la vida adulta va más allá de la constante atención a sus estados cambiantes. Siento que no valora el esfuerzo que supone una dedicación completa a su bienestar. No me reconozco en lo que se supone que debería ser: responsable, ordenada, metódica. Me encuentro en un caos provocado por y para ese cuerpo tendido a mi lado.

Hasta que, de repente, escucho esa respiración, más alta de lo que cabría esperar, también rítmica. Al son de su pecho, mis ojos suben y bajan proporcionándome el placer más absoluto que he experimentado jamás. Ese yin yang con patas me echa de mi cama, pero yo solo puedo sentir auténtica paz. Ahora da igual todo lo malo que hayamos hecho a lo largo del día. Incluso da igual todo lo malo que hayan hecho los demás. Más aún, me olvido de los males del mundo y me dejo llevar por ese pequeño torso.

Me acerco, le acarició la mano, le robo un beso de su mejilla caliente y le huelo el pelo.

He probado con alcohol y con todas las medicaciones posibles; nada es comparable a este chute de relajación. No me hacen falta el yoga o la meditación. Este es mi momento de tranquilidad, de conectar con quien soy en realidad, sin dejarme llevar por la presión de las rutinas asesinas.

Solo veo su cuerpo, solo huelo su cabello, solo escucho su respiración, solo toco su mano.

Pensar en sus sueños mientras observo todas sus muecas inconscientes es mi mindfulness particular. Es ese recuerdo de su gesto tranquilo el que me dará fuerzas para sobrellevar todas las guerras de mañana. El del olor de su pelo lo que me hará desconectar cuando la rabia me inunde. El de su tacto suave lo que me devolverá la sonrisa en los momentos tristes.

Es mi cura y mi descanso. Verle dormir es mi momento de paz. Quizás el único al cabo del día, pero el que se repite, en semanas alternas, alrededor de las nueve y media de la noche.

Es mi cura y mi descanso hoy. Los de mañana tendré que lograrlos sin su ayuda.

Hasta dentro de una semana, mi vida.

MIS AMISTADES PELIGROSAS

No sé cómo de sencillo o placentero me resulta escribir sobre la amistad. Para mí, nunca ha sido fácil. Explico por qué.

Creo que la sociedad, en general, y las mujeres, en particular, hemos sido educadas en una falsa idea de amistad ideal. Al igual que el amor romántico, este tipo de relaciones se nos han insertado en el cerebro desde la más tierna infancia. Todos debemos tener amigos, a nadie le gusta estar solo. Son casi como familia y, si eres mujer, deberás tener una mejor amiga para toda la vida. Lo seréis para siempre; te casas con ella por siempre jamás.

Casualmente, vivo en Euskadi, por lo que, además de todo lo anterior, he de lidiar con el concepto cuadrilla: grupo de amigos o amigas -nunca mixtos- que se reúnen para potear (ir de cañas), comer o salir de fiesta.

Honestamente, nunca he tenido una. Nunca he querido tenerla. Así que reconozco que hablo desde la absoluta falta de experiencia directa. Pero lo que veo desde fuera son grupos homogéneos que hacen lo mismo, los mismos días, a las mismas horas y con la misma gente, en un régimen semanal. Se crean, generalmente, en el colegio o instituto y, una vez definida, nadie entra ni sale.

Se mueven poco, beben y comen mucho y, en muchas ocasiones, ni se conocen ni se comunican en profundidad. Fuera de su cuadrilla, todos tienen otros amigos para confidencias o planes alternativos.

[Es mi visión, lo sé. Pero la he de plasmar porque es como la siento y lo que explica gran parte del pensamiento sobre la amistad que me gustaría exponer aquí.]

Me gustaría centrarme, sin embargo, en mi situación como mujer (vasca). A día de hoy, no tengo cuadrilla ni grupo de amigos definido. Tampoco creo que tenga una mejor amiga. La sociedad me dice que me sienta culpable. Debería tener un alma gemela no romántica con quien desahogarme y que acuda a mí siempre que lo necesite. Con quien cotillear, emborracharte, ir de compras, confesar tus idas de olla, consolarte… y el largo etcétera que todas conocemos. Todo eso. Con una sola persona. Yo no lo hago. O creía que lo hacía pero no. O no lo he hecho al 50-50. O en algún momento, consciente o inconscientemente dejé de hacerlo. Sea como sea, ni siento ni creo tener una mejor amiga. Y me siento bien con ello, pero parece que el resto del mundo no.

Ahora, además, estoy divorciada. Así que: ¿en qué mundo vivo? ¿No me siento sola? ¿Qué se supone que hago con mi tiempo libre?

La mayor parte de las veces, no sé lo que hago. O no quiero hacer nada. O pienso que quiero, pero al final no me atrevo o no tengo suficientes ganas. Lo que sí sé es lo que no quiero: tener que relacionarme siempre con las mismas personas y de la misma manera. Podría escribir cientos de páginas sobre esto (que, a petición popular, haría encantada), pero me parece tan simple como que las personas somos seres vivos, cambiantes; con sentimientos que van mutando y evolucionando, poco a poco o abruptamente. Quien antes compartía todos tus gustos y opiniones se ha llegado a convertir en enemigo, o tal vez lo seas tú para él. Quien un día te hacía reír a carcajadas ha terminado por darte un poco de vergüenza ajena en ciertas situaciones. Quizás ya no te sientes tan cómoda acudiendo siempre a esa persona que tenía buenos consejos para ti, la que mejor te conocía e iba marcando tu camino cuando surgían dudas. O quizás tú ya no puedas o quieras serlo para ese mismo alguien. Puede que quien un día te adoró ahora te odie, sin que sepas por qué.

¿Qué hacemos con semejante batiburrillo emocional? ¿Que hacemos cuando, además, no tenemos control sobre ello? ¿Cómo gestionamos esos sentimientos? Porque, por supuesto, todo lo anterior produce angustia, desánimo, cansancio, etc.

Personalmente, doy las gracias cada día por no haber sucumbido a este convencionalismo. Y me encantaría que no se tomara como pedantería, porque aseguro que he sufrido y sufro mucho por haberme fijado este propósito. Y no, no me creo ninguna loca. ¿De verdad no resulta mucho más interesante conocer gente nueva que vaya aportando más y más cosas a nuestra vida? ¿No aburre hacer siempre lo mismo? ¿Se está siempre en el mismo estado o igual de cómodo con las mismas personas?

A mí, según el día, me apetece hablar con X persona(s); otros días, con Y; muchos días, con nadie. De la misma manera, no siempre tengo humor para escuchar ciertas conversaciones. Sé que esto puede sonar muy egoísta, pero es que estoy convencida de que habrá alguien que pueda prestar más atención y ayudar mejor que yo. Hay momentos vitales duros, en los que te acercas o alejas de ciertas personas, simplemente porque el destino lo marca así. También tenemos discusiones que pueden llegar tan lejos como para forzar una separación, temporal o definitiva. Podemos aburrirnos, hartarnos o cambiar. Todos cambiamos; constantemente.

En el último año y medio, mi vida ha dado un vuelco. He apartado y atraído a diferentes personas. He hecho pruebas para constatar quién podía ayudarme más y a quiénes les estaba haciendo más daño. El resultado es que me encuentro mucho más cómoda con mis relaciones, como he dicho antes. Pero también soy consciente del daño y la incomprensión que he podido provocar. Desde aquí pido, humildemente, disculpas, por haber limitado a personas o haber roto mi relación con ellas, sin haber recibido la explicación o el resultado que quisieran.

Por suerte, creo que nada es irreversible y que todos terminamos por encontrarnos de nuevo en algún punto del camino. He descubierto nuevas almas libres, que han alegrado momentos más difíciles de lo que aparentaban. He tenido reencuentros y rechazos. Y todo eso me hace sentir viva, me ayuda ver que la vida fluye y que las personas fluimos con ella.

Me gustaría que contasen conmigo como a mí me gustaría poder contar con todos a quienes llamo amigos: siempre que se necesite, pero no siempre por necesidad.

Ojalá algún día se acepte y se entienda. O, mejor dicho, ojalá algún día todo el mundo actúe como yo -que, en el fondo, es lo que a todos nos gustaría.

A mi hermana, a Íñigo, a Marta, a Eneko, a Inés, a Andrea, a Sara… (y todos los que me dejo por el camino, más o menos cercanos, pero amigos al fin y al cabo). A todas quiero por igual. A todas he acudido, acudo y acudiré; y todas podrán encontrarme siempre que lo deseen.

Nuestro tiempo es limitado y, por ende, valiosísimo. Disfrutémoslo con quien queramos, cuando podamos. O disfrutémoslo solos. O no lo disfrutemos. Pero, por favor, ¡viva el amor libre, también en la amistado! No más imposiciones ni amorosas ni amistosas; todas ellas son peligrosas.

PASSIVE AFFECTION

Well, it ain’t a fairy tale

It’s not a pirate’s slave

It ain’t a princess asleep

She’s just a woman on my bed.


Love is over, love is gone

No cuddling nor presents

Just passive affection at home.

Well, it’s not like when we met

with all those bugs inside ourselves

It ain’t nothing like before

We’re now supposed to be mature.


Love is over, love is gone

No pampering bullshit

Just occasional throws.


So why’s it wrong to say goodbye

when all we have is debts and cries.


Baby, this is the last time.

I change this bed for a better try.

BEAUTY BED

Boiling water
after boiling sheets,
after panting sounds
filled their ears.

The scrubs on that coach,
their best exfoliator.
The steam of their bodies,
a perfect moisturizer.

Hairs fly over the room
as they ain’t no feather pillows.
Sweat is their new cologne,
true passion billows.

They got new looks
with each love rhythm. 
No need of beauty salons
with their both’s bed addition. 

Natural odours and liquids
not only in the kitchen.
That’s what’s called a home
by those two bitches.

KNOWLEDGE & HOPES

I know for sure
it’s over now.
I know for sure
everything is gone.

I know for sure
you were just too perfect.
I know for sure
it could not be true.

What I didn’t know
was that it would cause such sting
to make me wanna leave
for a painless place.

I expected all this
but didn’t want to see it coming.
I expected all this
but didn’t want to assume it.

I expected all this
but hoped you would see my true love.
I expected all this
but no my sadness get you too.

What i didn’t know
was that it would cause such a sting
to make me wanna leave
for a painless place.

I hope you find your way.
I hope you find your someone.
I hope you find your best.

I’m sure you’ll do...

THE PERKS OF HAVING A BOYFRIEND

I love English. It is one of my innest passions. And although it is also the main widespread language and the easiest way to communicate in any field or area in the world, nothing is perfect! One of the few things I find “incomplete” and confusing within English vocabulary is both the meaning and the use of the words boyfriend / girlfriend

Maybe it is something only non-native speakers have difficulty with, yet it is something not well taught when learning the language. And it is a huge problem, honestly. Let me show you why.

I do have this friend. He used to be one of the nicest students I’d ever had; he was (and still is) so insecure and shy, but he always tried and pushed himself a bit further. He never had brilliant grades (sorry, mate), but I’ll always remember his effort and motivation. 

He attended English lessons because he wanted to travel, to be able to apply for a better job, to better communicate with foreign people. To learn and become wiser, while enjoying doing so! Trust me, it’s not easy to find students like him…

Once I quitted my job as a teacher, I had the opportunity to know him better. We kept in touch, got on pretty well, gave advice to each other… and, eventually, we became friends. 

He is a real warrior, who has lost many friends, surviving a battle he didn’t choose to fight in. He suffers, a lot. Both mentally and physically, every single day, since the day he was born. He must confront a rare disease, no profitable enough to be studied and alleviated as we wished. Of course, this has carried him tons of problems we could ever imagine: (probably) his pains are more excruciating than yours; his life conditions are harder than yours; his abilities to work or interact with people are more difficult than yours; his health is obviously worse than yours; his life expectancy is lower than yours. His life sucks, by far, more than yours.

Nevertheless, and never without great effort and constancy, he is happy! As happy as any human being can be, with our ups and downs. He’s got friends, a job, hobbies when he’s excellent at. He exercises a lot and has travelled all around the world, no matter his “limitations”. He has overcome all kind of fears, problems, diseases and life-shit. He has learnt to live day by day, to enjoy each moment and to surround himself with people and things that make him feel joyful and alright. He’s still looking for that person, but never stopping his single life. 

And in all this process and growth, he has been by my side. Always. He is an important part of my life: all my family and friends know and love him, and do care about him. We both have suffered in different ways, we have shared some of the most important moments in our lives. He has listened to me, read me, talked to me, hugged me and pampered me every time I have needed it. No matter the problem or the time. He has always thought the best of me, and has let me know it too. I think he is the only person who would follow my advice -a couple of times at least. We have made mutual confessions and trusted each other throughout all these years. 

But I have been mean to him lately. I have devoted so much time to healing myself that I have put aside many people, many things. And despite his incredible friendship, I have left him apart as well. We have barely seen each other -or nothing at all. I didn’t tell him what was happening when I should. I didn’t let him see me or help me in any way. I wanted to be alone. I felt so embarrassed, such a failure. I thought my problems were clearly minor than his. I thought he would think the worst of me. 

Of course, I was completely wrong. During all this time, he has gifted me nothing but understanding, encouragement and distant support. He has placed himself on a second line, from where he could care about me while respecting the time and space I’ve been needing. Not a word of complaint or distrust. Not a thought of neglect or exclusion. Just loads of love and positivity, respect and esteem. 

I could not be more grateful and honoured. I love the way he has always treated me. I love his brains, his heart and his soul. I love his loyalty, kindness and sense of justice. I love our view of this shitty world, both our agreements and disagreements. I love this man. Whether I have any romantic feelings or appeal for him or not, I love him. And I think I will do so for many years. So yes, he is my boyfriend. 

I may not know how to call those men I may sleep with or the ones I’ll fall in love with. They may be lovers, crushes, partners, husbands… And then, they may be my boyfriends as well; or they may be not. All in all, the one I have and the one I name for sure is him.

I hope I did a good job getting him to love English as much as me. His reading this and understanding how much I love him will be one of the reasons why I love English too.