INSOMNIA [updated]

It’s when my eyes remain wide open

That I can see all shadows.

It’s when my eyes won’t roll down

That I receive fatal arrows.


No served breakfast any morning,

As I’m always the first awaken.

Everyday is a drowsy warfare

Between day-dreaming and day-sleeping.

MIS AMISTADES PELIGROSAS

No sé cómo de sencillo o placentero me resulta escribir sobre la amistad. Para mí, nunca ha sido fácil. Explico por qué.

Creo que la sociedad, en general, y las mujeres, en particular, hemos sido educadas en una falsa idea de amistad ideal. Al igual que el amor romántico, este tipo de relaciones se nos han insertado en el cerebro desde la más tierna infancia. Todos debemos tener amigos, a nadie le gusta estar solo. Son casi como familia y, si eres mujer, deberás tener una mejor amiga para toda la vida. Lo seréis para siempre; te casas con ella por siempre jamás.

Casualmente, vivo en Euskadi, por lo que, además de todo lo anterior, he de lidiar con el concepto cuadrilla: grupo de amigos o amigas -nunca mixtos- que se reúnen para potear (ir de cañas), comer o salir de fiesta.

Honestamente, nunca he tenido una. Nunca he querido tenerla. Así que reconozco que hablo desde la absoluta falta de experiencia directa. Pero lo que veo desde fuera son grupos homogéneos que hacen lo mismo, los mismos días, a las mismas horas y con la misma gente, en un régimen semanal. Se crean, generalmente, en el colegio o instituto y, una vez definida, nadie entra ni sale.

Se mueven poco, beben y comen mucho y, en muchas ocasiones, ni se conocen ni se comunican en profundidad. Fuera de su cuadrilla, todos tienen otros amigos para confidencias o planes alternativos.

[Es mi visión, lo sé. Pero la he de plasmar porque es como la siento y lo que explica gran parte del pensamiento sobre la amistad que me gustaría exponer aquí.]

Me gustaría centrarme, sin embargo, en mi situación como mujer (vasca). A día de hoy, no tengo cuadrilla ni grupo de amigos definido. Tampoco creo que tenga una mejor amiga. La sociedad me dice que me sienta culpable. Debería tener un alma gemela no romántica con quien desahogarme y que acuda a mí siempre que lo necesite. Con quien cotillear, emborracharte, ir de compras, confesar tus idas de olla, consolarte… y el largo etcétera que todas conocemos. Todo eso. Con una sola persona. Yo no lo hago. O creía que lo hacía pero no. O no lo he hecho al 50-50. O en algún momento, consciente o inconscientemente dejé de hacerlo. Sea como sea, ni siento ni creo tener una mejor amiga. Y me siento bien con ello, pero parece que el resto del mundo no.

Ahora, además, estoy divorciada. Así que: ¿en qué mundo vivo? ¿No me siento sola? ¿Qué se supone que hago con mi tiempo libre?

La mayor parte de las veces, no sé lo que hago. O no quiero hacer nada. O pienso que quiero, pero al final no me atrevo o no tengo suficientes ganas. Lo que sí sé es lo que no quiero: tener que relacionarme siempre con las mismas personas y de la misma manera. Podría escribir cientos de páginas sobre esto (que, a petición popular, haría encantada), pero me parece tan simple como que las personas somos seres vivos, cambiantes; con sentimientos que van mutando y evolucionando, poco a poco o abruptamente. Quien antes compartía todos tus gustos y opiniones se ha llegado a convertir en enemigo, o tal vez lo seas tú para él. Quien un día te hacía reír a carcajadas ha terminado por darte un poco de vergüenza ajena en ciertas situaciones. Quizás ya no te sientes tan cómoda acudiendo siempre a esa persona que tenía buenos consejos para ti, la que mejor te conocía e iba marcando tu camino cuando surgían dudas. O quizás tú ya no puedas o quieras serlo para ese mismo alguien. Puede que quien un día te adoró ahora te odie, sin que sepas por qué.

¿Qué hacemos con semejante batiburrillo emocional? ¿Que hacemos cuando, además, no tenemos control sobre ello? ¿Cómo gestionamos esos sentimientos? Porque, por supuesto, todo lo anterior produce angustia, desánimo, cansancio, etc.

Personalmente, doy las gracias cada día por no haber sucumbido a este convencionalismo. Y me encantaría que no se tomara como pedantería, porque aseguro que he sufrido y sufro mucho por haberme fijado este propósito. Y no, no me creo ninguna loca. ¿De verdad no resulta mucho más interesante conocer gente nueva que vaya aportando más y más cosas a nuestra vida? ¿No aburre hacer siempre lo mismo? ¿Se está siempre en el mismo estado o igual de cómodo con las mismas personas?

A mí, según el día, me apetece hablar con X persona(s); otros días, con Y; muchos días, con nadie. De la misma manera, no siempre tengo humor para escuchar ciertas conversaciones. Sé que esto puede sonar muy egoísta, pero es que estoy convencida de que habrá alguien que pueda prestar más atención y ayudar mejor que yo. Hay momentos vitales duros, en los que te acercas o alejas de ciertas personas, simplemente porque el destino lo marca así. También tenemos discusiones que pueden llegar tan lejos como para forzar una separación, temporal o definitiva. Podemos aburrirnos, hartarnos o cambiar. Todos cambiamos; constantemente.

En el último año y medio, mi vida ha dado un vuelco. He apartado y atraído a diferentes personas. He hecho pruebas para constatar quién podía ayudarme más y a quiénes les estaba haciendo más daño. El resultado es que me encuentro mucho más cómoda con mis relaciones, como he dicho antes. Pero también soy consciente del daño y la incomprensión que he podido provocar. Desde aquí pido, humildemente, disculpas, por haber limitado a personas o haber roto mi relación con ellas, sin haber recibido la explicación o el resultado que quisieran.

Por suerte, creo que nada es irreversible y que todos terminamos por encontrarnos de nuevo en algún punto del camino. He descubierto nuevas almas libres, que han alegrado momentos más difíciles de lo que aparentaban. He tenido reencuentros y rechazos. Y todo eso me hace sentir viva, me ayuda ver que la vida fluye y que las personas fluimos con ella.

Me gustaría que contasen conmigo como a mí me gustaría poder contar con todos a quienes llamo amigos: siempre que se necesite, pero no siempre por necesidad.

Ojalá algún día se acepte y se entienda. O, mejor dicho, ojalá algún día todo el mundo actúe como yo -que, en el fondo, es lo que a todos nos gustaría.

A mi hermana, a Íñigo, a Marta, a Eneko, a Inés, a Andrea, a Sara… (y todos los que me dejo por el camino, más o menos cercanos, pero amigos al fin y al cabo). A todas quiero por igual. A todas he acudido, acudo y acudiré; y todas podrán encontrarme siempre que lo deseen.

Nuestro tiempo es limitado y, por ende, valiosísimo. Disfrutémoslo con quien queramos, cuando podamos. O disfrutémoslo solos. O no lo disfrutemos. Pero, por favor, ¡viva el amor libre, también en la amistado! No más imposiciones ni amorosas ni amistosas; todas ellas son peligrosas.

PRINCESAS DESMELENADAS

La ya no tan pequeña monárquica que tengo en casa me lanza delicias como <<Amatxu, eres la mejor reina del mundo mundial>>. Yo siempre suelo contestarle preguntándole que quién es, pues, la mejor princesa. Desde hace unos meses, mi pequeña duda al contestar. Aunque la respuesta termina siendo un yo rotundo el 99,99% de las veces.

Al principio no le di mayor importancia, hasta que la repetición de sus miramientos me hizo dudar a mí también. ¿Por qué ese titubeo? Su explicación fue simple: todas las princesas tienen el pelo largo. Así que, al parecer, por eso yo me quedo con el rango de reina y ella a medio camino entre lo que quiere y lo que cree que puede ser. Para una niña de su edad, la lógica es simple. El problema está, en mi opinión, en que esa lógica funciona igual para el resto del mundo. Puedo estar equivocándome, pero no recuerdo una sola princesa (hablemos de mundo Disney y similares) que lleve el pelo corto. Ni siquiera Mulán haciéndose pasar por un hombre. Lo más cercano que he encontrado es a Rapunzel, al final de la película, con un bob más que estiloso.

Y es que ciertamente no comprendo qué problema hay con las mujeres y el pelo corto. Por muy de moda que parezcan estar las pixie girls, no es algo que aún esté normalizado en la sociedad. A mí siguen llamándome atrevida o valiente, en un tono muy positivo, eso si. No puedo negar que yo siempre he jugado mucho con mi pelo, pero no creo que eso me otorgue ninguno de los atributos anteriores. Es noticia cuando cualquier celebridad femenina decide cortarse la melena, mientras se juzga cómo de bien le queda. Aún son muchos los hombres que consideran el pelo corto como poco atractivo. Y muchas las mujeres a quienes les parece poco femenino.

Quizás es porque los millennial nos caracterizamos por no dar excesiva importancia al pasado, pero no debería olvidársenos que, hasta hace no mucho, uno de los mayores castigos y penas impuestas a una mujer era la de ser exhibida con la cabeza rapada. El resto del populacho se reía de ella y la humillaba; ella perdía, cual Sansón, su condición de hembra y su dignidad. Cruel, ¿verdad?

No se me ocurriría compararlo, pero mi hija siente algo similar cuando le hablo de representar ciertos roles con su (o mi) largura de pelo. Ninguna heroína, princesa o protagonista de las que ve en televisión lleva el pelo como ella o como yo. Princesas Disney (¡todas!), LadyBug, Vera, … a la pobre Pepa le dejaron en paz porque es una cerda.

He tenido innumerables problemas con mi imagen, pero desde luego mi pelo no ha sido uno de ellos. He escuchado toda clase de comentarios, tanto en clave positiva como negativa; eso sí, siempre en tono de sorpresa. He tenido que justificar constantemente mis también constantes cambios de estilo: el pelo crece, puedes ponerte extensiones si te ves muy rara, hoy en día hay productos para todo, siempre puedes volver a teñirte de tu color, etc.

He sido afortunada y he encontrado una peluquera de bandera, excelente profesional y mejor persona, que ha comprendido mi forma de entender la belleza, el bienestar y el amor propio. Me dejo hacer por sus manos y siempre salgo radiante por la puerta de su salón.

Me lo puedo permitir y me divierte; me hace feliz y me define. Qué gran eslogan aquel de hago lo que quiero con mi pelo

Personalmente, me parece una auténtica barbaridad, pero la realidad es que incluso en mi entorno está todo mucho más aceptado que en el de mi hija. Niñas: pelo largo y pendientes; niños: lo contrario. Y viceversa.

Señoras y señoros, cambiemos el discurso. Ni Barbies ni Marimachos; nada de estereotipos, menos aún asociados a roles tan herméticos. Dejen que mi pequeña sea princesa o futbolista, con el pelo que quiera, sin sentirse rara. Y ya de paso, dejen que lo sea yo también, que lo de reina me hace sentir más vieja aún.

PD: Si alguien lo desea, puedo seguir hablando sobre la cuestión largo y tendido.

PASSIVE AFFECTION

Well, it ain’t a fairy tale

It’s not a pirate’s slave

It ain’t a princess asleep

She’s just a woman on my bed.


Love is over, love is gone

No cuddling nor presents

Just passive affection at home.

Well, it’s not like when we met

with all those bugs inside ourselves

It ain’t nothing like before

We’re now supposed to be mature.


Love is over, love is gone

No pampering bullshit

Just occasional throws.


So why’s it wrong to say goodbye

when all we have is debts and cries.


Baby, this is the last time.

I change this bed for a better try.

BEAUTY BED

Boiling water
after boiling sheets,
after panting sounds
filled their ears.

The scrubs on that coach,
their best exfoliator.
The steam of their bodies,
a perfect moisturizer.

Hairs fly over the room
as they ain’t no feather pillows.
Sweat is their new cologne,
true passion billows.

They got new looks
with each love rhythm. 
No need of beauty salons
with their both’s bed addition. 

Natural odours and liquids
not only in the kitchen.
That’s what’s called a home
by those two bitches.

KNOWLEDGE & HOPES

I know for sure
it’s over now.
I know for sure
everything is gone.

I know for sure
you were just too perfect.
I know for sure
it could not be true.

What I didn’t know
was that it would cause such sting
to make me wanna leave
for a painless place.

I expected all this
but didn’t want to see it coming.
I expected all this
but didn’t want to assume it.

I expected all this
but hoped you would see my true love.
I expected all this
but no my sadness get you too.

What i didn’t know
was that it would cause such a sting
to make me wanna leave
for a painless place.

I hope you find your way.
I hope you find your someone.
I hope you find your best.

I’m sure you’ll do...

UN AÑO SIN RUSSIAN RED

Se me empezaron a ir las horas; pensaba, recordaba, me angustiaba… Visualizaba una y otra vez esos momentos tan oscuros, sin que nadie entendiera qué pasaba. Se me iban las horas reuniendo el valor para hablar, para expresarme y poder sacar todos los demonios. Porque compartidos, suponía, serían más llevaderos.

Comenzaron a escapárseme los días; encerrada en casa, con los ojos clavados en el móvil, alejándome de todo y de todos.

Siguieron las semanas, plagadas de discusiones, bajones, agobios. Intentando desaparecer de un mundo que me superaba.

Y llegaron los meses; la separación, la depresión. Toqué fondo, como dicen, y me quedé allí, sumergida en aguas revueltas y agitadas. Sin poder ver lo que había alrededor, arriba. Cada vez con menos aire, agotada de intentar subir a una superficie en la que no creía. 

Acaba de hacer un año desde que el mundo se detuvo para mí. Horas, días, semanas y meses; un año que ya no podré recuperar.  Dicen que el tiempo lo cura todo, pero a mí su trascurso solo me ha hecho más y más daño. 

Porque, hasta que no me echen por esa puerta, no podré ser libre, no podré llamar a otra. Hasta que no cruce ese umbral, con más o menos dolor, el tiempo seguirá perdiéndose. Y necesito ese tiempo. 

Asumida la pérdida y llorado el luto, se necesita tiempo para hacer todos los toc-toc necesarios hasta dar con otra puerta que se abra. 

Entonces el tiempo también pasará, pero esta vez en forma de esperanza, de oportunidad. Esas cosas que suelen convertirse en sonrisas y buenos recuerdos; en ropa más atrevida y pintalabios rojo. 

Mi favorito siempre había sido el Russian Red pero, visto el resultado, vamos a probar con otro tono. Un rojo nuevo, que acompañe a cada nueva sonrisa, que se asemeje más al de un corazón sanado, que deje una huella profunda. Un rojo nuevo que dé besos de los que quitan la respiración y pidan amor a gritos. Un rojo nuevo, que haga sombra al rojo de los demonios y con el que gritar durante horas, días, semanas y meses. 

Un rojo nuevo para un tiempo nuevo.