NO GOOD NOR BAD

No Kurt, no Jamie, no Noel
No Justin, no Shady.
Ain’t no one.

No psyco, no indie, no folk
No disco, no funk
Ain’t no style.

All rhythms and notes have their place.
Let them be themselves and find their own way.

No Ridley, no Steven, no Woodie
No Alfred, no Quentin
Ain’t no director’s choice.

No drama, no comedy, no romance
No cartoon, no short.
Ain’t no preference.

All stories deserve to be told.
Let them speak for themselves before being judged.

Ain’t no good nor bad.
Ain’t no happy nor sad.

It’s just you and your path,
Feel free to start to walk.

MOONLIGHT

It is easy to see the light
When the sun stands bright up in the sky.
It is easy to think pink
When your mind is partying free.

But it’s a moonlight that I need
Once the dark consumes me.
You’re my guide in the dark
Love you, miss you, all the time.

It ain't easy to keep going
When monsters capture your innest joy.
It ain't easy to love well
When not finding any good in yourself.

But it’s a moonlight that I need
Once the dark consumes me.
You’re my guide in the dark,
Love you, miss you, all the time.

Do I want to see the light?
Do I want to stay alive?
Do I want to keep going?
Or is it another nightmare coming?

Be the moonlight that I need
Guide me through the dark
to find the good in me.
Love you, miss you, all the time.
Stay with me, so that I can stay alive.

ESTRELLA POLAR

Relato de un suicidio.

Aunque parezca desagradable, por favor, sigue leyendo.

-Ve vistiéndola —oigo de fondo. — Tienes ahí la ropa.

Dejo de notar su peso. Cojo el móvil y miro la hora. 19:34. Mierda.

Hago lo que me piden, mientras empiezo a sentir que vuelve esa sensación. No respiro, no puedo, me ahogo. Ese aire viciado y denso, que baja por mi pecho clavando miles de alfileres y entra en mis ojos inundándolos de sal.

Aguanta, que no te vean, por favor. Es mi mantra, eterno, infinito, en bucle y sin fin. Pero no puedo. Las lágrimas brotan, los flujos se van cayendo, la voz empieza a temblar mientras trato de colocar el segundo calcetín.

Todos se mueven con prisa, menos yo, que estoy paralizada. La puerta se abre y oigo el cable del ascensor. Por fin me responden las piernas y alcanzo la frontera a tiempo. Ella me abraza, me dice que me quiere y que se va al Carnaval. Que mañana cuando empiece la fiesta, me espera. Él no se gira para mirarme; la hace entrar y el silencio comienza su reinado.

Cierro la puerta, echo el cerrojo y los borbotones no logran aguantar más. Litros de lágrimas en la puerta de mi casa, cientos de sollozos que nadie escuchará. Estoy sola. Sola otra vez. Sola para siempre, sin remedio. Nadie puede vivir solo; ¿por qué esperan que yo sí?

No me molesto en levantarme hasta que la taquicardia se hace insoportable. Abro la botella, alcanzo la copa. Ese primer trago, puro placebo, sienta tan bien. Intento distraerme sin soltar el vidrio de mi mano; recojo un poco, trato decocinar. Pero la casa sigue vacía; yo, sola, y mi cabeza pensando en todo a la vez.

Y el todo es infinito. ¿Por qué se han ido así? ¿Por qué se han ido? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Soy yo o son ellos? ¿Por qué el mundo entero está en mi contra? Vuelven las taquicardias y, con ellas, la angustia y el dolor. Relleno la copa y le sumo una de las rosas y azules; con eso se me pasará. Sigo recogiendo, cocinando, pongo la televisión e intento escuchar. Mientras tanto, las lágrimas no dejan de salir. La angustia aun no cesa y el aire, ese aire… Cada vez es más plomizo, no me deja respirar.

Una nueva copa es el maridaje perfecto para una de las azules; seguro que así me siento mejor. ¿Por qué estoy cocinando? No tengo hambre, ni la voy a tener. ¿Para qué recoger? Nadie sube hasta aquí, nadie vendrá.

Me tumbo en la cama, cojo el móvil. 41 likes¿Qué tal ha cenado? ¿Cómo está? Más de veinte minutos para contestar tan solo dos preguntas. ¿Me estás castigando? ¿Ya no tengo derecho ni a una pequeña interacción? ¿Ni a saber cómo está?

Supongo que no, que me lo he ganado a pulso. Los gritos, los reproches, el drama. Los llantos, las sobredosis, el dolor. Castígame, me lo merezco. Pero, ¿con ella? Con ella no, por favor. Veinticinco minutos y dos ticks azules, no hay mayor tortura. ¿No lo ves? Ojalá alguien te abra los ojos, es una pena que vivas así. Pero mientras ambos vivamos, no habrá más apertura para ti.

¿Qué copa es esta? Da igual, este vino es delicioso. Qué pena no poder compartirlo. Voy a tomarme otra de cada, porque estos alfileres en el pecho me están matando. Matando con dolor. Y a mí no me gusta sufrir; ¿a quién sí? Oigo la tele de fondo, pero no escucho. Me llegan mensajes de ánimo, de preocupación. De personas que creen que me conocen, que creen incluso que me quieren. ¿Dónde estáis? ¿Al otro lado de una pantalla? Yo sigo sola. Bueno, sola no. Aquí estamos mi copa, mis pastillas y yo. Y la televisión de fondo.

Voy a irme a la cama. La cabeza ya me da alguna vuelta mientras el cerebro ha llegado a los bucles; seguro que tumbada estoy más cómoda. Pero la tristeza no se va. Los alfileres no dan tregua. La taquicardia no ha parado. La angustia sigue ahí. No obstante, hay menos lágrimas. Eso es buena señal, ¿no? Si sigo así, terminaré dormida, así que una más de cada, con una copa más, solo para no sufrir.

Me dijiste que te dejara en paz, que no quieres saber nada del teléfono. Pero no puedo evitarlo y te escribo una vez más. Esta vez un email, más largo. Intento expresarme, explicarme, pedir perdón a la vez que atención. Escúchame, léeme, hazme caso. Te quiero, no deseo perderte, vuelve a mí. Cualquiera de vosotros, ¿estáis ahí? Por favor, no me dejéis.

Demasiado tarde, supongo. Demasiado hartos, seguro. Voy a escribir todo esto, por si ella lo quiere leer algún día. Por si a alguien le sirve para sentirse mejor. Un día fui feliz, me sentía plena, válida, útil. Alguna vez me sentí yo.

Pero eso desaparece, se va diluyendo poco a poco. Con este trago ya recuerdo un poco menos; con algo de suerte, si lo aderezo con alguna más de esas azules, puede que consiga extinguir mi memoria. Probemos, pues.

Estoy un poco mareada, pero aún queda algo de vino en la botella. Sería absurdo no apurarla. Me duele todo, las lágrimas salen sin querer y no consigo controlar este maldito pulso, ni esta agonía ni esta angustia. Abro el cajón de mi mesilla. Parece que tengo de todo. Juguemos a los químicos; un poco de todo me dormirá. Eso, justo eso es lo que necesito. Dormir, descansar, olvidar. Dicen que si te pasas quizás no te despiertes. Pero, ¿quiero despertarme? ¿Por qué? ¿Para qué? No, no quiero. No quiero volver a trabajar, no quiero tener que enfrentarme a él de nuevo. No quiero seguir haciendo daño a toda la gente a mi alrededor.

Una, dos, tres. Otro blíster. Diez, quince, veinte. La botella se ha terminado. Tengo ganas de vomitar, pero necesito aguantar. Si no, no habrá sueño ni tranquilidad. Me reclino, cojo el móvil. Ojeo Instagram y YouTube. Leo el email del trabajo; ese al que mañana ojalá no pueda ir. Acabo de encontrar otra caja; no voy a esperar más. Ya no queda vino, pero sí una cerveza en la nevera.

Los dos ticks siguen azules y sin respuesta, mientras me llegan preocupaciones y discusiones de la gente que más quiero. Trágate todo ya, me digo, descansa de una vez. Empiezo a notar la laxitud, la calma, el descanso. Se me caen el móvil y los ojos, todo a la vez. Pienso en ella, mi pequeño fruto de mi supuesto amor. Me sale una sonrisa antes de fundirme a negro. Llegó la paz, la calma. Por fin, todo se acabó.

Espero a encontrar esa luz del final del túnel. O quizás una mano que me aferre a algún otro destino. Dicen que brillaba, que llegaría hasta el cielo. Pero lo que nadie dijo fue que necesitaría una estrella polar, grande y deslumbrante, que me guiase.

EMOTIONAL NEGLECT

Eres una persona sociable. Tienes amigos, amigas. Necesitas expresar tus sentimientos y preocupaciones. Pero, últimamente, o cada vez más a menudo, te encuentras en medio de discusiones con tu pareja que no llevan a ninguna parte. Algunos conflictos son inevitables en cualquier relación, pero la forma de lidiar con ellos puede, directamente, reforzarla dicha relación, mantenerla o destrozarla por completo.

¿Qué falla? Respuesta número uno y de suma importancia: TÚ, NO. O no siempre y por defecto. Afortunadamente, los psicólogos empiezan a reconocer y tratar lo que se conoce como emotional neglect, en todos sus espectros. Suena hasta bonito (supongo que por el emotional…), pero básicamente se traduce en una inacción patológica; es decir, cuando alguien es incapaz de atender adecuadamente las necesidades emocionales de las personas a su alrededor y, más concretamente, de su pareja.

¿No responde a tus mensajes en tres o cuatro horas? ¿No te pregunta qué tal tu día? ¿Habla sólo de su trabajo, o sencillamente ni habla? ¿Evita el conflicto y, cuando ya es inevitable, es incapaz de expresar sus sentimientos? En otras ocasiones, ¿opta por el silencio como única respuesta? ¿Cada vez necesita más espacio personal? ¿Comparte menos su vida?

Tú confías cada vez más en otras personas y acudes a ellas para rellenar esos vacíos emocionales, te sientes sola en tu relación y más cómoda entre otras personas. Buscas espacios propios en los que no participe tu pareja, sin saber muy bien qué espera ella de ti.

Empiezas a desconfiar de él o ella, y a sentir desapego también de otros grupos. Reprimes tus sentimientos, no consigues lidiar como antes con el estrés y los conflictos. Ya no te sientes tú misma con tu pareja. Te frustras, te hartas de buscar soluciones para acabar con esa dinámica. No eres feliz en tu relación.

El abandono, el silencio y el rechazo duelen, siempre. Y sí, lamentablemente, son una forma de abuso o maltrato más. Sutil, menos dañina a corto plazo. Pero también más difícil de detectar, de entender y de corregir. Cuando se descuida a alguien, se envía un mensaje totalmente destructivo: ni se le valora ni se le aprecia lo suficiente.

No permitas que acabe con tu autoestima, tu alegría y, a poder ser, tampoco con tu relación.

La comunicación es la luz que permite que toda relación siga encendida; sin ella, se enfría y se termina apagando.